- Cuando terminó la música ya estaba fuera de la casa. Empecé a caminar por una calle desolada y conforme me alejaba de la fiesta y de ella, mi silencio se iba quedando vacío. Este silencio que hace algunos días lo decía todo, ¡ese hermoso silencio!, donde la oía y la sentía, ya no existía más.
Pasaron varios meses y mi vida volvió a la normalidad, una normalidad inventada, porque decidí olvidar lo ocurrido en aquella fiesta. Pero ahora sólo recordando puedo volver a encontrarla.
- ¡Entonces!, no has sabido nada de ella.
- Borré cualquier recuerdo o sentimiento. Así nunca tendría necesidad de verla de nuevo. Pero un día desperté llorando y sabía que era por ella. Entonces decidí enfrentar el dolor de recordarla.
- Claro eso suena muy novelesco, pero todavía no comprendo del todo, porque conozco tu historia y no es diferente a la de otros. ¡Te acostaste con la mejor amiga de Ana! Y como todos, lo negaste todo en un principio y como todos, después lo aceptaste. No te sientas mal es común que el amor bueno se convierta en malo, ha pasado, te pasó y seguirá pasando.
- Todo eso es verdad, pero esa es una parte de la historia, la otra la he ido encontrando y armando como piezas de un rompecabezas.
- ¡No entiendo!
- Lo que conoces, sólo es el final, pero está muy alejado de su principio.
- ¿Y cuál es?
- No lo sé, por eso necesito tu ayuda para armar el camino que me lleve a ese final.
- ¿Entonces qué piezas has recolectado?